La obesidad es una enfermedad crónica que se caracteriza por un exceso de grasa corporal, lo que afecta la salud de las personas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que hay más de 650 millones de adultos obesos en el mundo. Esta enfermedad está asociada con una serie de enfermedades crónicas, entre las que se destacan la diabetes, la hipertensión, la enfermedad cardíaca, la apnea del sueño, la artritis, la enfermedad hepática y la depresión.
Las consecuencias de la obesidad son graves. La diabetes es una de las principales complicaciones de la obesidad y puede llevar a problemas de salud a largo plazo como la insuficiencia renal, la ceguera y las amputaciones. La hipertensión también se asocia con la obesidad y puede aumentar el riesgo de enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares. La apnea del sueño es otra complicación grave de la obesidad y puede causar fatiga, somnolencia diurna y problemas de memoria. La artritis también se asocia con la obesidad y puede afectar la movilidad y la capacidad de realizar actividades cotidianas. La enfermedad hepática es otra complicación grave y puede conducir a la cirrosis y el cáncer de hígado. La depresión es otra complicación grave y puede aumentar el riesgo de suicidio.
La prevención de la obesidad es la clave para evitar estas enfermedades. La actividad física regular es una forma efectiva de prevenir la obesidad. Los adultos deben hacer al menos 150 minutos de actividad física moderada a vigorosa por semana. Los niños y adolescentes deben hacer al menos 60 minutos de actividad física vigorosa por día. También es importante seguir una dieta saludable y equilibrada para prevenir la obesidad. Esto significa comer alimentos nutritivos como frutas y verduras, granos enteros, proteínas magras y lácteos bajos en grasa. También es importante limitar el consumo de alimentos altos en grasas y azúcares. Por último, el control del peso es esencial para prevenir la obesidad y sus complicaciones.